Cuando llegaste esa tarde de verano
sembraste semillas en mi vientre
con los gajos de tus besos;
y entonces partiste sin aviso
como brisa del mar,
como luna de octrube.
Desde entonces me han crecido abrazos,
me han florecido caricias diminutas,
pequeños besos en fruto fresco,
y ciertas palabras que parecen hojas.
25 de enero de 2013
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