Y atras queda el viento de la tarde,
apagando el quinque de tu inocencia;
colandose entre sabanas manchadas,
salpicadas con gotas de tu miel.
Atras queda el viento de la tarde,
llevandose los restos de rubor de tu rostro,
las pasión desdibujada en tu mejilla,
los ecos de placer entumesidos,
la inocencia de tu ultima partida.
14 de junio de 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario